Una Semana Santa de recuperación

13 abril Jesús 9 comentarios

Al empezar la Semana Santa, los compañeros de guardería de Alonso, que son muy generosos y lo compraten todo, decidieron que iban a hacer un cocktail de virus para celebrar el comienzo de las vacaciones.

Se ve que Alonso, al ser tan pequeño, todavía no se sabe controlar en estas fiestas y se bebió el solito todo el cocktail vírico. (Bueno, todo no, que después me han dicho que otros compañeros también estaban igual).

Así, el miercoles 8 fue al pediatra con un catarrazo de los que hacen época acompañado con unas diarreas también bastante potentes. (Al menos no tenía fiebre).

Su pediatra habitual estaba de vacaciones y le atendió una sustituta. A diferencia de su pediatra, al que todo le parece normal y nunca receta nada, a esta parece que si le gusta recetar medicamentos adecuados a las enfermedades de los pacientes... que por otra parte es lo que suelen hacer los médicos. Supositorios cada 12 horas, unas gotas que, según Alonso, saben mal y otras que huelen a fresa (de las que siempre pide más) formaban una receta que funcionó bastante bien.

En vista de su estado el miércoles ya no fue a la guardería, por lo que los abuelos maternos por la mañana y los paternos por la tarde hicieron de niñera improvisada.

Por la tarde fui a recoger al pequeño a casa de mis padres. Después de toda la tarde imaginandome desgracias apocalípticas y accidentes domésticos inimaginables, me olvidé de todo eso nada más ver a Alonso riendose al verme llegar. Segundos después se me volvió a helar la sangre por un momento cuando mi madre me dijo:

"No sé si le habré puesto bien el pañal. A lo mejor se lo puse al revés, pero es que estos pañales modernos no hay quien los entienda".

Por un momento me imaginé el pañal con los personajes de Barrio Sesamo empapados en pis y la parte absorbente hacia fuera. Pero no, tan solo tenía dudas sobre si lo habría apretado mucho o no.

El primer festivo de Semana Santa, el jueves, lejos de mejorar empeoró bastante. Los mocos eran casi insoportables y la diarrea había aumentado bastante. Estaba convencido de que el viernes por la mañana estaríamos en urgencias, pero no. El jueves por la tarde empezaron a remitir las toses, el aire empezó a entrar con más facilidad y nos dimos cuenta de que la diarrea no había hecho aparición desde última hora de la mañana.

Un par de días después, y aunque el tratamiento acababa de empezar, ya estaba perfectamente.

Ayer por la mañana, se quedó en casa con Sandra que se tomó la mañana libre para estar con él (¡Que suerte!). Y por la tarde ha ido a la guardería de nuevo: a ver a sus compañeros.

Durante estos días he disfrutado un montón de Alonso. Nos hemos reído todo lo que hemos querido y más y hemos aprendido a jugar a muchas cosas nuevas. Hemos salido y ha conocido a gente que nunca había visto. Ha venido su tia-abuela de Miami a conocerlo. Pero sobre todo a madurado un montón. Noto que cada vez se convierte más en bebé-niño y deja de ser ese bebé-recién-nacido.

Tiene un sentido del humor envidiable. Incluso en el peor de los momentos ha encontrado ganas para sonreir e intentar divertirse. En esta foto está jugando con el abuelo (mi padre) el martes pasado. A la mañana siguiente, a primera hora, estaba en el pediatra, por lo que os podeís imaginar que ya no estaba muy bien. Pero ahí está, riendose y jugando con el abuelo. Por eso, cuando tiene flemas y llora o cuano algo le pasa y se queja, a mi me preocupa mucho, pues se que no lo hace si no le molesta de verdad.

El próximo jueves tiene que volver al pediatra para que vea si se ha recuperado del todo. Por esas cosas propias de la sanidad pública, supongo que cuando vuelva le atenderá su pediatra habitual. Por lo tanto ya me sé yo el diagnostico:

"¡Suspendan el medicamento! El catarro es normal y no es para tanto. Si empeora me lo traen."

Lo de siempre. Si algo hay que reconocerle a este señor es que está libre de toda sospecha de recibir favores de casas farmaceuticas por recetar su producto.

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Su juguete preferido

02 abril Jesús 6 comentarios

En los últimos meses han ido 'lloviendo' juguetes de todo tipo en casa. Todos cargados de un montón de cariño y con la esperanza de convertirse en los favoritos de Alonso. Que si un peluche de un perrito, que si otro más grande de un oso, que si otro más grande todavía de un... de... lo que sea ese animal. Y también juguetes más sofisticados que se mueven, que dicen cosas, que interactuan hablandole al bebé cuando los toca... otros que le enseñan los números, las formas, los colores. También están los juguetes con música, que merecerían un post dedicado a ellos. ¿Por qué todos tienen las mismas melodías? Y otros muchos juguetes cada cual más original.

Pero Alonso tiene sus propios gustos que no necesariamente se rigen por las reglas del marketing que nos dominan a los adultos.
Al principio le ibamos mostrando todos sus muñecos y juguetes, y él los miraba, pero en seguida se cansaba. En cambio, le fascinaba la pequeña luz roja de la cámara que tenía instalada en la cuna.

Según fue creciendo fue conociendo otros juguetes, pero curiosamente, lo que más le sorprendió fue darse cuenta de que la mano de papá estaba articulada. Así que, el gran entretenimiento era coger los dedos y doblarlos en todas las direcciones posibles.
Para dormir hubo un tiempo en el que Pocoyó era casi imprescindible. Pero Alonso fue creciendo y Pocoyó no. Un día, cuando ya se había quedado dormido, le dió un golpe a la barriga de Pocoyó y este empezó a 'cantar' una melodía y encendió su cara. A Alonso eso no le gustó mucho, así que lo cogió por un pie y lo tiró a los pies de la cuna. A partir de entonces la relación entre ambos no volvió a ser la misma. Se tratan, pero no es igual.

Pero hay un muñeco que parece que está resistiendo el paso del tiempo y que cada vez le gusta más. La verdad es que me sorprende que haya sido este, pues no hace ruido, no lleva pilas, no emite luz. Es simplemente un muñeco de trapo articulado con una estructura de alambres y relleno de distintas texturas. Se trata de Loula la perrita de Pocoyó. La reconoce y le sonríe cada vez que aparece en su campo de visión. Se gira en todas las direcciones para buscarla cuando le preguntamos "¿Donde esta Loula?". Y tiene una gran afición a chuparle las orejas. Además, he notado que es su personaje favorito en los dibujos animados.

Tecnicamente no es una gran foto, pero me gusta como se cruzan las miradas:





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