La fiesta
Hubo una pequeña carpa, globos, piñata, banderillas, regalos para los invitados, y todo rodeado de la decoración infantil de Pocoyó. Hasta la tarta tenía el dibujo de Pocoyó.
La vela de la tarta, ante la dificultad de encontrar la de la imagen del anterior post, la hemos cambiado por una parecida a la que vimos en las fotos del primer cumpleaños de mi hermano. Una vela enorme y roja. La única diferencia es que en esta ocasión en la vela ponía "ALONSO" en letras negras y doradas.
El pequeño estubo muy poco charlatán. Estaba un poco abrumado con tanta gente atendiendole. Sus primas (de 3 y 6 años) no hacían más que darle mimos (y a él que le encanta).
...y los regalos... ¡Cuantos regalos!. Así de pronto recuerdo un montón de ropa (obviamente lo que menos, por no decir ningúna, ilusión le hizo al pequeño) y juguetes de todo tipo. Entre los juguetes cabe destacar un tambór. Ese regalo (de mis suegros) parece que le hizo especial ilusión. Y a mi me encantó que le ilusionase.
Lo del tambor tiene su historia, pero simplemente diré que, a mis 15 meses yo tenía un tambor igual con el que comenzó mi afición a la música. Fue el mismo día que me lo regalaron cuando, ante el asombro de mis padres (y de los demás viandantes que paseaban por la Calle Real), me puse a tocar el tambor y a desfilar con un ritmo y una agilidad poco o nada usual para un niño tan pequeño. Eso hizo que todo el mundo se girase y comentasen lo gracioso que era, lo bien que tocaba o lo pequeño que era para desfilar así. Mis padres, justo detrás de mi oían todos esos comentarios sin saber muy bien si sentirse orgullosos o ruborizarse. Esta es una de esas historias que, 36 años después los padres siguen contando a tus amigos cuando coinciden en una cena.
Por otra parte, tanto mi hermano y su novia como mis padres nos querían regalar la trona de Alonso. Al final decidieron no pelearse y nos regalaron la Trip Trap de Stokke entre todos.
Otro de los regalos de mis padres fue un teléfono móvil de juguete. Con este regalo me he dado cuenta de que realmente hablamos mucho por teléfono. Nada más coger el teléfono, Alonso pulsó los botones y, cuando sonó el timbre se llevó el teléfono a la oreja y dijo: "Ca!". Si eso lo ha aprendido tan rápido solo puede significar una cosa: Deberíamos bajar la factura del teléfono.
La verdad es que salió una muy buena fiesta de cumpleaños. Al final, Alonso casi se lanza a andar él solo, pero la presión de tantos ojos mirándole le hicieron quedarse junto a la pared.
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